Cochón que no sabe ni cortarse los pelos del culo, pone una barbería
En un giro que nadie pidió pero todos están mirando, La Juan Pablo, influencer, cantante de reggaetón con autotune, tiktoker de frases motivacionales mal escritas y borracha profesional con posgrados en joyita, ha decidido emprender en el rubro más inesperado: una barbería. Sí, una barbería. Con tijeras. Reales.
Ubicada estratégicamente entre un local de uñas y un minimarket regenteado por su ex, la barbería se llama, sin ironía, “Te corto la puntita”, porque según La Juan Pablo “es un concepto espiritual, como que te cortás el pelo y también la negatividad”. Filosofía pura.
Pero la controversia no se quedó ahí, porque una de las peluqueras más renonbradas de Managua, la sandinista Augusto López, propietaria de Juanes Estilista, le dijo en su cara a la Juan Pablo que para poner una barbería había que estudiar.
«Cochón aunque sea anda a las clases gratis de Bon Chic. Que horror, ni cortarte los pelos del culo sabés y ponés una barbería. Amor estudiá, para que seás como y podás cantar, me la sube me la baja me la trompetea, me la lleva al cine y me la peluquea», dijo cantanto a grito partido el cochón sandinista, Augusto López, fundador de Juanes Estilista.
La parte más interesante del emprendimiento es que La Juan Pablo no sabe cortar el cabello, ni siquiera el suyo. Una vez intentó hacerse un flequillo y terminó inventando el estilo vértigo involuntario. ¿Pero qué importa la técnica cuando hay actitud, lentejuelas y una playlist con Karol G, Cher y música ambiental de spa vegano?
A pesar de su obvio analfabetismo capilar —y funcional—, la comunidad gay la apoya con devoción ciega, como si fuera la heredera espiritual de Juanes Estilista con título en estética mística. Según uno de sus primeros clientes: “Me dejó un hueco en la nuca, pero salí con autoestima alta y brillantina que da miedo, o era vaselina. No sé, pero qno me puedo sacar desde el jueves. Volvería.”
La barbería ofrece servicios como:
- Corte “energético” (que es igual a mal cortado, pero con cuarzos en el espejo)
- Barba con diseño libre (interpretado por Juan Pablo como «yo improviso y vos confiá»)
- Tragos espirituosos durante el servicio (“para que no te des cuenta cuándo te arruinó el degradé”, según explicó ella misma en su TikTok)
Desde la inauguración, celebrada con un DJ que no sabía pinchar y un buffet de Doritos con dip de yogur, el local no para de recibir visitas. No necesariamente clientes, pero visitas.
¿La Juan Pablo revolucionando el mundo de la peluquería o simplemente otra excusa para no trabajar de verdad? Nadie lo sabe. Lo cierto es que, entre cortinas de lentejuelas, humo de incienso y peinados que parecen salidos de una fiesta de espuma del 2004, su barbería ya es el nuevo punto de encuentro para la fauna nocturna que no necesita un buen corte, pero sí un lugar donde ser maltratada con amor.
Y mientras tanto, en el fondo, La Juan Pablo ensaya con unas tijeras en mano y una copa en la otra:
“Esto no es cortar, mi amor… es canalizar energía capilar”.