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De Managua a Chernóbil: Ortega y Putin Anuncian Hospital Nuclear para ‘Curar’ el Cáncer

En un giro que ni M. Night Shyamalan podría haber imaginado, Daniel Ortega y Vladimir Putin han unido fuerzas para transformar Nicaragua en el epicentro radiactivo de América Latina con el flamante Centro de Medicina Nuclear Rosatom-Sandinista.

Prometiendo «curar el cáncer y cualquier rastro de disidencia», este hospital de vanguardia combina tecnología rusa, talento médico dudoso y un toque de surrealismo nica que haría palidecer a Salvador Dalí.

¿Listos para un tratamiento que brilla en la oscuridad? ¡Abróchense los cinturones de plomo!

Un Dream Team Médico…

El centro, según fuentes oficiales (léase: Rosario Murillo en un trance poético), será atendido por los mismos especialistas que trataron a Hugo Chávez. Sí, esos genios que lograron que el Comandante brillara eternamente… en el más allá.

Encabezando el equipo está el nieto del Dr. Josef Mengele, quien jura que su abuelo «sólo quería ayudar» y promete aplicar su herencia genética en experimentos «menos invasivos, pero igual de creativos». A su lado, el cirujano plástico David Páramo, famoso por transformar narices en Managua y llevar a mejor vida a sus pacientes, ofrecerá retoques estéticos post-radiación.

«¿Un tercer ojo? ¡Lo hacemos parecer fashion!» No contentos con eso, el hospital contará con un staff de chamanes certificados por Zoom y un par de médicos cubanos que, según rumores, fueron entrenados en la escuela de «Cura con Ron y Salsa». ¿Evidencia científica? ¡Para qué! Aquí la fe en el Comandante y un buen trago de chicha bruja bastan para sanar.

Tratamientos de Lujo: Del Spa al Apocalipsis

El Centro Nuclear no es un hospital cualquiera, ¡es un spa post-apocalíptico! Entre los tratamientos estrella, destacan:

  • Spa con agua de Chernóbil: Sumérjase en piscinas burbujeantes importadas directamente de Ucrania. «Relaja los músculos y desintegra las dudas sobre el régimen», promete el folleto. Efectos secundarios: piel brillante (literalmente) y una lealtad inquebrantable al FSLN.
  • Terapia capilar con isótopos de Fukushima: ¿Calvicie? No hay problema. Unas gotas de residuos radiactivos japoneses y tendrás un cabello tan resistente que ni las protestas del 2018 lo despeinan.
  • Baños de sales minerales del Lago Xolotlán: Extraídas de las profundidades del lago más contaminado de Centroamérica, estas sales prometen «purificar el alma y envenenar a los radicales libres». Perfecto para quienes buscan una experiencia «auténticamente nica».
  • Chicha Bruja isotónica: Una bebida energética elaborada con maíz fermentado y un toque de uranio enriquecido. «¡Te da alas… y tal vez aletas!», dice el eslogan. Disponible en sabores «Revolución» y «Obediencia Absoluta».

Tienda de Regalos: Tesoros de La Chureca

Ninguna visita al hospital estaría completa sin un recuerdo de la boutique radiactiva. Todos los productos son hechos con materiales reciclados de La Chureca, el basurero más icónico de Managua. Entre los souvenirs más populares:

  • Lámparas de llantas quemadas: Brillan con un resplandor sospechoso, perfectas para leer discursos de Murillo a medianoche.
  • Collares de tapitas de Flor de Caña: Grabados con frases inspiradoras como «Patria Libre o Chernóbil».
  • Muñecos de Ortega vudú: Hechos de trapos radiactivos, con alfileres incluidos para «curar» cualquier crítica al régimen.

Una Visión Radiante para Nicaragua

Ortega, en un discurso de tres horas (y contando), declaró que el centro «pondrá a Nicaragua en el mapa mundial, justo al lado de Pripyat». Putin, por Zoom desde un búnker no identificado, asintió y añadió:

«Si sobrevivimos a Siberia, ustedes sobrevivirán a esto». Mientras tanto, los ciudadanos de Managua se preguntan si el hospital incluirá un plan de evacuación o al menos un manual para mutantes.

Críticos (los pocos que no están exiliados) advierten que el proyecto es un elefante blanco con esteroides radiactivos, diseñado más para lavar la imagen del régimen que para curar pacientes.

«Es como poner un reactor en un triciclo», dijo un analista anónimo antes de desaparecer misteriosamente. Pero el gobierno insiste: «¡Es progreso, compañeros! Si el cáncer no te mata, la esperanza en el socialismo lo hará».

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